lunes, 5 de marzo de 2018




VIAJES POR LOS AÑOS SESENTA(SALIR DE SANABRIA)

Año de principios de los sesenta del siglo pasado (coño, que viejos vamos, ya contamos el tiempo por, casi-siglos), este pobre juntador de palabras que pretenden expresar algunas ideas, seguramente sin demasiada suerte, decía que pretendía contar un viaje, que aunque parezca que no, si me ha marcado, tanto para bien como para mal.
Era el mes de febrero, debía incorporarme al servicio militar.
Dos días antes, mi amigo y tío Manolo,al nacer el día vino a mi cuarto a decirme que ya tenia el café hecho-Que me levantase y fuera a su casa a desayunar, pues los días de Febrero eran pequeños.
Saqué el cuerpo de entre las sabanas y después de abrir los ojos con agua de la fuente “do Souto”, grifo de agua que, desde tiempos inmemoriales, no paraba nunca de regalarnos el agua, fresca y sabrosa.
La idea era ir a ver si conseguiamos algo de carne, de conejo o similar, pués los terneros iban a mesas de gentes que habían ganado una guerra. Ni los propios criadores, se podían permitir el lujo de comer carnes que no fueran de cerdo y eso sin estar el jamón en el consumo rural. Los jamones iban a almacenes de la provincia de Salamanca, previo cambio de 3 kg., del llamado tocino castellano por uno de Jamón, que luego seria vendido como la excelencia del mismo.
No os voy a cansar con la jornada cinegética, solo decir que fue lo suficientemente productiva para que dos familias participasen del despido del recluta, que no debería ir a Africa, cosa a la que todas las familias tenían pánico.
Mi incorporación debería ser en un día concreto e uno de los cinco regimientos que tenían su sede en Jaca (Huesca). Por razones que no vienen al caso, la partida se demoró mas de la cuenta,
Justo el día que tenia que subir al tren en Lubián, la noche anterior cayó una nevada de las que marcan época. Ahora eso es algo anecdótico, pero de aquella era normal.
Para llegar a Lubian, fué mi tío Manolo el que se encargó de empañarme. Como vehículo de transporte, alguien nos había prestado un asno, pués era lo normal y corriente en la época y en la zona. La Alta Sanabria siempre imprimió carácter a sus habitantes con sus exigencias, tanto climáticas como geograficas, de ahí nuestro cariño y querencia por esa maravilla  de tierra “Xabresa”.
Había nevado, seguía nevando, pero no parecía que la cosa fuera impedimento para dos “tios”, acostumbrados a pìsar nieve, y a veces sin el calzado mas adecuado.
Cuando pasamos Castrelos subiendo hacia Rañalobos, la nieve arreció y cuando llegamos a Lubián el asunto ya no tenia nada de broma. Había una cuarta de nieve. Cuando me subí al tren, mi mayor problema era saber como podría volver mi tío Manolo y la burra a San Ciprián.
A los tes o cuatro días me incorporé a La Segunda Agrupación de Cazadores Division Teruel 51., os cotaré en otra entrada mi primera ducha comunitaria, con nieve e Jaca, y seguramente a 0º, cosa que ya desde el principio, marcó el carácter castrense de la época, y diseñó l que sería “La Mili”.
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