lunes, 27 de julio de 2009

MI AMIGO "SANTI"

Uno, en su deambular por la vida, siguiendo los avatares de la misma, ya casi ha visto, oído y se ha encontrado en casi todo tipo de situaciones; buenas, malas, y, ni una cosa ni otra.
Uno, ha conocido mucha gente. Gente que en un momento determinado ha formado parte del quehacer cotidiano propio, pero que con el transcurrir del tiempo es gente que no ha dejado huella, se han olvidado, o la memoria ha querido olvidarlos.
Lo que me ha acontecido hoy, día veintisiete de Julio de dos mil nueve, será u recuerdo que creo no olvidaré nunca, y del cual me siento muy halagado.
Veréis: Hace un “futimen” de años que voy a un gimnasio, por aquello de mantener a raya “el bandullo”, cosa que no siempre consigo. En este gimnasio, hace ya unos cuantos años conocí a “Santi”.
Siempre que coincidíamos hablábamos, yo le incitaba a hablar en gallego, también le daba la murga con el ejercicio, diciéndole que era vago, que sudaba poco, ya sabéis cosas que se dicen con ánimo jocoso, pero sin querer molestar.
Hacía ya u par de años que le había perdido la pista a ni amigo “Santi”. Pregunté por él en la recepción y me dijeron que se había dado de baja. Comentando con otros grandes atletas de la tercera edad, que lo conocían, también lo echaban de menos pero nadie sabía nada de él.
Hoy, cuando salía del gimnasio como de costumbre, iba hacia el lugar donde había aparcado el coche, para volver a casa, al pasar por la calle Arenal, en una parada de autobús, con bastante gente esperando, vi alzarse dos brazos con un cuerpo detrás, que parecía que me estaban indicando una pista de aterrizaje.
Con sorpresa y asombro des cubrí a mi amigo “Santi”. Él era el dueño de aquellos brazos y aquel cuerpo delgadito, que se precipitó hacia mi dándome un fuerte abrazo, al que yo correspondí, con cierto miedo de “escochalo”, pués nos os he dicho que mi amigo es muy frágil desde que tuvo un accidente de motocicleta que le postró mas de un año en cama, siempre en coma, y con una recuperación lenta, muy lenta.
Santi tiene ahora alrededor de treinta años, de los cuales unos seis o siete, se los llevó el accidente.
Después de varias operaciones, de trabajar con Fisioterapeutas, con Logopedas, y de deseos de abandonar todo, ahora parece que, ha encarrilado su nueva manera de vivir.
Está terminando unos estudios interrumpidos, está contento en un nuevo gimnasio donde los monitores le ayudan, en definitiva, ya es menos pesimista que cuando le conocí y le picaba para que trabajase el cuerpo y la mente.
Me dió cuatro abrazos, me besó en la mejilla, y con lágrimas en los ojos, me dijo:
“Estoy yendo a todo tipo de recuperaciones para superar mi autoestima y mis depresiones. Creo que hoy, el haberme encontrado contigo, ha valido por más de un año de trabajo.”
Yo solo puedo decirle a Santi:Yo soy el que debe estar agradecido, por ser un poco útil, pués creo que puedo decir, que, la vida tiene sentido también fuera de la familia y de los más allegados.
UN ABRAZO MUY FUERTE, SANTI.

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